¿Pero qué tienes en la cabeza?
Serie completa en cuatro capítulos
Amar Duque · 2025
Introducción
Esta serie nace de una pregunta simple y, a la vez, abismal: ¿qué tenemos realmente en la cabeza?
Cada obra es una ventana al mundo interior femenino, donde los pensamientos no son abstracciones sino presencias vivas que toman forma de flores, casas, astros o animales. Son energías que crecen, vigilan, se repiten o florecen dentro del espacio mental.
“¿Pero qué tienes en la cabeza?” es un recorrido por los paisajes de la mente: su fertilidad, su peso, su belleza inquieta.
Las imágenes revelan cómo cada pensamiento se convierte en materia simbólica, y cómo la mente femenina puede ser a la vez jardín, espejo, cosmos o casa.
En el fondo, esta serie habla del poder de imaginar y de lo que ocurre cuando los pensamientos dejan de ser ruido y se transforman en lenguaje visual: un mapa de lo invisible.
Ficha técnica general
Año: 2025
Técnica general: Acuarela con retoque digital
Formato: Serie compuesta por cuatro capítulos, tres obras por capítulo
Artista: Amar Duque
Capítulo I – El jardín interior
En esta primera parte, los pensamientos se manifiestan como flores, estrellas o animales simbólicos.
El jardín interior es el territorio donde la mente florece sin miedo: cada idea se convierte en color, cada emoción en pétalo.
Aquí, las amapolas son sueños lúcidos, las estrellas pensamientos que buscan sentido, y el gato blanco la intuición que custodia el misterio.
Jardín de amapolas
Una mujer sostiene en su cabeza un jardín de amapolas abiertas. Las flores representan los pensamientos que germinan desde la imaginación, efímeros y luminosos. Cada pétalo es una idea que nace y se disuelve en el aire.
Noche estrellada
Su cabello se convierte en un cielo nocturno lleno de constelaciones. Los pensamientos son astros que orbitan libremente, recordando que la mente también es un cosmos en movimiento.
El gato blanco
De su cabeza surge la silueta de un gato blanco: la intuición, el instinto y la sabiduría que observa en silencio. Representa la mente que siente antes de pensar.
Capítulo II – Bajo la mirada del pensamiento
En este capítulo, la mente se observa a sí misma.
Los pensamientos miran, reptan o florecen. Cada figura encarna una forma distinta de habitar su propio pensamiento: la vigilancia, la lentitud o la defensa.
Las flores de capuchina arden como fuego mental: la energía que se transforma en coraje para florecer bajo la mirada ajena.
La que se sabe observada
Cabello poblado de ojos. Una mente vigilante que teme ser vista y, al mismo tiempo, no puede dejar de mirarse. Cada ojo representa una voz interior, una expectativa ajena interiorizada.
La que lleva el tiempo en la cabeza
Caracoles que reptan lentamente entre sus pensamientos. La mujer carga el peso de los procesos que no terminan, de los bucles mentales que giran sin cesar.
La que florece bajo la mirada
Capuchinas naranjas brotan de su cabello como pensamientos de fuego. Representa la mente que decide florecer pese al juicio, transformando la vigilancia en expresión.
Capítulo III – Universos mentales
El pensamiento como cosmos, expansión y obsesión.
Aquí la mente crea sistemas, órbitas y criaturas de su propio universo.
Cada obra representa un modo de pensar: el orden interior, la expansión vital y el pensamiento que se repite hasta el cansancio.
Sistema solar
El sol en su pecho y los planetas alrededor de su cabeza. La mente como sistema equilibrado de fuerzas, donde cada pensamiento es un astro con su propio ritmo.
Pensamientos que crecen
Una enredadera de flores se extiende desde su cabeza. Los pensamientos son vida que se entrelaza, crece y busca su propio aire.
Las polillas
Decenas de polillas revolotean sobre su cabeza: pensamientos obsesivos, insistentes, atraídos por la misma luz. Representan la mente que no logra detener su vuelo interior.
Capítulo IV – Arquitecturas de la mente
En este último capítulo, la mente se convierte en refugio, templo o ciclo.
Las figuras construyen su propio espacio interior: una casa imaginaria, un jardín de calma o un cielo lunar.
Cada obra es una arquitectura emocional donde el pensamiento se vuelve materia.
La casa interior
Una mujer ha edificado un mundo dentro de sí: un palacio hecho de recuerdos y deseos. Representa el pensamiento como morada simbólica.
Lotos
Flores que emergen serenas sobre el agua mental. Son pensamientos purificados, la calma que llega tras la tormenta interior.
Fases lunares
Su cabello contiene todas las fases de la luna. La mente como ciclo emocional, cambiante, femenina, madre de su propia luz.
Epílogo – Del píxel al pulso
El paso de lo digital a la acuarela no es técnico, es vital.
Durante años, Amar Duque construyó universos mentales precisos, donde cada forma era una idea y cada línea, un pensamiento ordenado.
Pero el cuerpo —el agua, la respiración, la piel del papel— empezó a reclamar presencia.
La acuarela irrumpió como materia viva, como una forma de volver a sentir lo que el trazo digital solo podía recordar.
Hoy su obra encarna ese tránsito: de la claridad mental al temblor sensible, del símbolo al aliento.
No se trata de abandonar lo digital, sino de permitir que la emoción vuelva a mojar el pensamiento.
Cada pigmento diluido es una rendición: una forma de decir “ya no quiero controlarlo todo, quiero habitarlo todo”.





